Orgullo = Respeto
Dicen que la libertad de uno termina donde empieza la de otro. Pero hay quien, en pleno 2017, aún no respeta los derechos y las libertades de los demás. Y no me parece que sea algo tan complicado. Esta semana se está celebrando el Orgullo LGTBIQ. Madrid se ha convertido en la capital mundial de la igualdad, la tolerancia y el respeto.
Se ha estimado una afluencia de unos tres millones de personas. Mañana
culminará la celebración con el Desfile por el centro de la capital.
Hay quien sigue preguntándose por qué no se celebra el Orgullo Heterosexual, quien sigue sin comprender la homosexualidad o la transexualidad, quien piensa que es una moda o quien sigue pensando que es una enfermedad...incluso quien asegura que tiene la cura. Siguen produciéndose agresiones homófobas, las últimas muy recientes y precisamente en Madrid.
El Orgullo Heterosexual no se celebra porque a nadie se le encarcela, tortura o condena a muerte por serlo, a diferencia de lo que ocurre con la homosexualidad: aún en 72 países sigue siendo delito y en 8 incluso se castiga con la pena de muerte. Esto conlleva una falta completa de libertad y derechos; y por eso hay quien huye de estos países para poder vivir libremente su sexualidad y amar a quien le plazca, hartos de vivir sufriendo agresiones.
La bisexualidad, la homosexualidad o la transexualidad no son enfermedades. No se curan. Cada uno escoge lo que le gusta o es la naturaleza la que nos predispone, da igual cómo sea. Pero no es una enfermedad. La homofobia sí que lo es, igual que lo son el racismo o la xenofobia; homofobia que destilan, por ejemplo, algunos miembros de la Iglesia y que airean sin ningún pudor en sus misas. ¿Acaso se preocupan tanto por los abusos a menores por parte de gente de la institución?Porque eso sí que es grave. Es vergonzoso verles desde sus púlpitos y sus altares predicando un discurso rancio cargado de odio. Prediquen la palabra de Dios -que si no me equivoco, en ningún momento tacha la homosexualidad de pecado-, preocúpense de no agredir a menores y dejen que cada uno viva su amor y su sexualidad libremente.
Hay que educar a las niñas y niños en las escuelas para que aprendan que es algo normal. Para que entiendan que un compañero o compañera suyo puede tener dos papás o dos mamás y que no se extrañen ni se rían del niño o niña en cuestión; para que no se mofen del chico gay, de la chica lesbiana o del transexual, para evitar el acoso homo o tránsfobo. Para que el niño o niña que se sienta diferente entienda que lo diferente no es malo. Para que las nuevas generaciones sean más tolerantes, más respetuosas y entiendan que todos podemos convivir con plena libertad, seamos blancos, negros, lesbianas, heteros, gays, transexuales, de aquí o de la otra punta del mundo. Somos personas: merecemos dignidad y respeto.
Por esto se celebra el Orgullo, para reivindicar la libertad y la igualdad de todas las personas. Estos dos principios hacen mejor el mundo. Si toleramos a los demás tal y como son, estaremos siendo mejores.
Hay quien sigue preguntándose por qué no se celebra el Orgullo Heterosexual, quien sigue sin comprender la homosexualidad o la transexualidad, quien piensa que es una moda o quien sigue pensando que es una enfermedad...incluso quien asegura que tiene la cura. Siguen produciéndose agresiones homófobas, las últimas muy recientes y precisamente en Madrid.
El Orgullo Heterosexual no se celebra porque a nadie se le encarcela, tortura o condena a muerte por serlo, a diferencia de lo que ocurre con la homosexualidad: aún en 72 países sigue siendo delito y en 8 incluso se castiga con la pena de muerte. Esto conlleva una falta completa de libertad y derechos; y por eso hay quien huye de estos países para poder vivir libremente su sexualidad y amar a quien le plazca, hartos de vivir sufriendo agresiones.
La bisexualidad, la homosexualidad o la transexualidad no son enfermedades. No se curan. Cada uno escoge lo que le gusta o es la naturaleza la que nos predispone, da igual cómo sea. Pero no es una enfermedad. La homofobia sí que lo es, igual que lo son el racismo o la xenofobia; homofobia que destilan, por ejemplo, algunos miembros de la Iglesia y que airean sin ningún pudor en sus misas. ¿Acaso se preocupan tanto por los abusos a menores por parte de gente de la institución?Porque eso sí que es grave. Es vergonzoso verles desde sus púlpitos y sus altares predicando un discurso rancio cargado de odio. Prediquen la palabra de Dios -que si no me equivoco, en ningún momento tacha la homosexualidad de pecado-, preocúpense de no agredir a menores y dejen que cada uno viva su amor y su sexualidad libremente.
Hay que educar a las niñas y niños en las escuelas para que aprendan que es algo normal. Para que entiendan que un compañero o compañera suyo puede tener dos papás o dos mamás y que no se extrañen ni se rían del niño o niña en cuestión; para que no se mofen del chico gay, de la chica lesbiana o del transexual, para evitar el acoso homo o tránsfobo. Para que el niño o niña que se sienta diferente entienda que lo diferente no es malo. Para que las nuevas generaciones sean más tolerantes, más respetuosas y entiendan que todos podemos convivir con plena libertad, seamos blancos, negros, lesbianas, heteros, gays, transexuales, de aquí o de la otra punta del mundo. Somos personas: merecemos dignidad y respeto.
Por esto se celebra el Orgullo, para reivindicar la libertad y la igualdad de todas las personas. Estos dos principios hacen mejor el mundo. Si toleramos a los demás tal y como son, estaremos siendo mejores.
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