Banderas
Nunca me han gustado las banderas. Nunca me he sentido representado, ni por la de mi comunidad autónoma ni por la del país. Quizá, mirando al presente, porque algunos de los que más la enseñan y se dan golpes de pecho por España luego son los que se llevan el dinero público o se dedican a lanzar soflamas xenófobas. Quizá, mirando al pasado, porque aquellos que la enarbolaban eran afines a un régimen dictatorial instaurado tras una guerra civil. Quizá también porque en nombre de la defensa de la patria y la bandera se han cometido crímenes atroces. Y no me siento menos patriota que quienes besan la bandera rojigualda.
Ese rechazo a las banderas lo he sentido este fin de semana al ver las imágenes de la manifestación por la paz de Barcelona, además de porque no me gustan, porque no procedían en un acto así. Me da igual banderas españolas, catalanas, independentistas...No era el momento para sacar la vena patriota. Era el momento de homenajear a las víctimas y de unirnos por un mal que amenaza a todo el mundo, sin importar la nacionalidad o la raza. Deberíamos estar por encima de todos esos factores que nos caracterizan, pero que no deben significar nada en momentos así.
Tampoco era momento de abuchear -como lo hizo una minoría- al Rey Felipe VI o a Mariano Rajoy, que pueden gustar más o menos, pero manifestar la repulsa hacia ellos es politizar una concentración multitudinaria que nada tenía que ver con la política. Los temas políticos para cuando toquen.
¿Qué importa de dónde venimos o hacia dónde vamos?¿Qué importa si creemos en un Dios o en otro?Ya lo he manifestado en otros posts, pero me gusta insistir en ello: lo que importa son las personas, si son buenas o malas, si merecen la pena o no...más allá de dónde son o si creen o no. Y en un atentado lo que importan son las personas: las víctimas y los héroes que salvan vidas, detienen a asesinos y tratan de reestablecer el orden del lugar. No valen menos los muertos en atentados en Irak que los muertos en Barcelona, París o Londres.
Así que seguiré haciendo poco caso a las banderas y más a la gente.
Ese rechazo a las banderas lo he sentido este fin de semana al ver las imágenes de la manifestación por la paz de Barcelona, además de porque no me gustan, porque no procedían en un acto así. Me da igual banderas españolas, catalanas, independentistas...No era el momento para sacar la vena patriota. Era el momento de homenajear a las víctimas y de unirnos por un mal que amenaza a todo el mundo, sin importar la nacionalidad o la raza. Deberíamos estar por encima de todos esos factores que nos caracterizan, pero que no deben significar nada en momentos así.
Tampoco era momento de abuchear -como lo hizo una minoría- al Rey Felipe VI o a Mariano Rajoy, que pueden gustar más o menos, pero manifestar la repulsa hacia ellos es politizar una concentración multitudinaria que nada tenía que ver con la política. Los temas políticos para cuando toquen.
¿Qué importa de dónde venimos o hacia dónde vamos?¿Qué importa si creemos en un Dios o en otro?Ya lo he manifestado en otros posts, pero me gusta insistir en ello: lo que importa son las personas, si son buenas o malas, si merecen la pena o no...más allá de dónde son o si creen o no. Y en un atentado lo que importan son las personas: las víctimas y los héroes que salvan vidas, detienen a asesinos y tratan de reestablecer el orden del lugar. No valen menos los muertos en atentados en Irak que los muertos en Barcelona, París o Londres.
Así que seguiré haciendo poco caso a las banderas y más a la gente.
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