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Diada

11 de Septiembre. Los catalanes celebran su día en el momento más delicado del Procés. A menos de un mes de celebrarse el referéndum (que por mucho que diga el Gobierno central, estoy seguro de que se celebrará), la situación está más tensa que nunca, tanto entre el Gobierno Catalán y el Central, como entre el Catalán y la oposición del Parlament de Catalunya.

Ya expresé mi opinión -o parte de ella- en algún post anterior, pero está tan caliente el tema que reconozco que tengo sentimientos encontrados. Sigo pensando que se debería permitir un referéndum con todas las garantías para que la gente catalana pueda decidir si quieren ser una república independiente o prefieren seguir formando parte del estado español. Pero el gobierno de Rajoy sigue cerrado en banda: el referéndum es ilegal, no se puede celebrar, no, no y no. Y el gobierno de Puigdemont inmerso en una huída hacia adelante que tampoco comparto: el referéndum se va a celebrar sí o sí, como sea y empezamos a aprobar leyes haciendo oídos sordos al Tribunal Constitucional y a cualquier obstáculo que se ponga por delante. Y las cosas así tampoco se hacen.

Que tengan un sentimiento independentista es respetable, bien sea porque sienten que tienen una cultura, una lengua y un poder económico suficiente que los legitima como país; bien porque simplemente quieren hacer las cosas de otra manera y no pueden por la dependencia con el Gobierno Central. Por lo que sea. Es un sentimiento que puede sustentarse en diferentes pilares. Y es comprensible que luchen por conseguir esa Catalunya independiente con la que muchos sueñan, pero considero un error saltarse a la torera la legalidad de España, un país que, al menos de momento, sigue siendo el suyo aunque no lo sientan así. Cuando declaren su independencia -que no dudo que lo conseguirán- podrán legislar a su manera, pero hasta entonces la legalidad es la marcada por el estado español.

Lo ideal hubiera sido intentar, una y otra vez, llegar a un acuerdo con el gobierno de Rajoy para hacer un referéndum en condiciones, pero se encontraron con la negativa y la inacción de Mariano y su equipo. Yo hubiese seguido intentándolo, buscando alternativas, planteando soluciones, construyendo vías para salir del atolladero...y si se tiene que retrasar la consulta, pues que se retrase. Mejor eso que lo fijado para el 1 de octubre: un referéndum con urnas ocultas, funcionarios que no quieren verse en medio de estos dos fuegos y colegios electorales que parece que no se van a abrir.

Es un tema muy complicado donde uno se puede encontrar multitud de opiniones. Posturas totalmente polarizadas y también opciones que no van ni con unos ni con otros. Pero de lo que no hay duda -creo- es de que un pueblo debería tener derecho a decidir mediante un referéndum acordado con el gobierno del país. No debería ser algo extraordinario ni preocupante. Lo que sí me parece preocupante es no permitirlo y no buscar salidas, y también seguir adelante cuesta abajo sin nada ni nadie que te frene. Así que, una vez más, la política ha fracasado.

Aunque parezca desde hace años que la Diada es un día de fiesta enfocado puramente al independentismo, es el día de todos los catalanes, así que mi felicitación para todos ellos: para los independentistas, para los que no lo son y para todos aquellos que no son ni lo uno ni lo otro.       

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