Decepciones
'Podemos' surgió cuando ya conocíamos sobradamente a Pablo Iglesias por su participación en programas de actualidad política como 'Las mañanas de Cuatro' o 'La Sexta Noche', y también por sus propios programas ('La Tuerka', 'Fort Apache'). Joven, politólogo, de izquierdas y con las ideas muy claras, empezó a ganarse una legión de seguidores, entre los que me incluyo. Me gustaba su manera de argumentar, sus propuestas sobre lo que se debería hacer para salir de la crisis, su apoyo a la gente de a pie, la gente más afectada por esta situación que vivimos. Pero sí, hablo en pasado, digo que me gustaba porque Pablo ha sido como esos bizcochos que están en el horno y ves que crecen y crecen...y cuando los sacas del horno se desinflan y quedan deslucidos.
No logro entender por qué 'Podemos' se ha centralizado. Sus dirigentes son de izquierdas, es innegable y, en sus inicios, el partido lo era también (incluso se les acusaba de ser de extrema izquierda). Su identidad estaba clara y ha acabado desdibujándose por su afán de captar votos de cualquier ideología. Siempre pensé que serían fieles a sí mismos, pero en cierta manera han dejado de serlo. Juan Carlos Monedero, que nunca fue santo de mi devoción, ha resultado ser bastante coherente al decir la semana pasada que la formación empieza a parecerse a los partidos que quieren sustituir, y que en el panorama político español parece que todo vale. Pues eso, que todo vale para llegar al Gobierno.
Ya no siento la ilusión que me transmitía Pablo Iglesias con sus discursos, no me interesa como antes escucharle en televisión o en radio. Todo el tema de Monedero con Hacienda me hizo darme cuenta que no todo era tan bonito. Que si criticas, con todo el derecho, a los partidos veteranos, no puedes hacer lo mismo porque entonces no aportas nada nuevo al panorama y no puedes erigirte como el abanderado de la transparencia y la regeneración. Que no puedes llamar 'casta' a nadie cuando tú cobras 425.000 euros por un trabajo para países latinoamericanos.
Sea por lo que sea, 'Podemos' está bajando en los sondeos. Hoy mismo ha salido el último barómetro del CIS, donde aparecen como la tercera fuerza política con un 16,5%, mientras que en Enero aparecían como segunda fuerza con un 23,9%.
No pido más que fidelidad a uno mismo y a sus principios. Puedo estar de acuerdo con ellos o no, pero lo exijo. No me gustan los disfraces ni las trampas. Eres lo que eres. Cuando cambias con tal de llegar a gobernar, huele a que ese es tu único interés: hacer lo que sea con tal de conseguir el mayor número de votos y llegar a la Moncloa. Más de lo mismo, vaya.
No logro entender por qué 'Podemos' se ha centralizado. Sus dirigentes son de izquierdas, es innegable y, en sus inicios, el partido lo era también (incluso se les acusaba de ser de extrema izquierda). Su identidad estaba clara y ha acabado desdibujándose por su afán de captar votos de cualquier ideología. Siempre pensé que serían fieles a sí mismos, pero en cierta manera han dejado de serlo. Juan Carlos Monedero, que nunca fue santo de mi devoción, ha resultado ser bastante coherente al decir la semana pasada que la formación empieza a parecerse a los partidos que quieren sustituir, y que en el panorama político español parece que todo vale. Pues eso, que todo vale para llegar al Gobierno.
Ya no siento la ilusión que me transmitía Pablo Iglesias con sus discursos, no me interesa como antes escucharle en televisión o en radio. Todo el tema de Monedero con Hacienda me hizo darme cuenta que no todo era tan bonito. Que si criticas, con todo el derecho, a los partidos veteranos, no puedes hacer lo mismo porque entonces no aportas nada nuevo al panorama y no puedes erigirte como el abanderado de la transparencia y la regeneración. Que no puedes llamar 'casta' a nadie cuando tú cobras 425.000 euros por un trabajo para países latinoamericanos.
Sea por lo que sea, 'Podemos' está bajando en los sondeos. Hoy mismo ha salido el último barómetro del CIS, donde aparecen como la tercera fuerza política con un 16,5%, mientras que en Enero aparecían como segunda fuerza con un 23,9%.
No pido más que fidelidad a uno mismo y a sus principios. Puedo estar de acuerdo con ellos o no, pero lo exijo. No me gustan los disfraces ni las trampas. Eres lo que eres. Cuando cambias con tal de llegar a gobernar, huele a que ese es tu único interés: hacer lo que sea con tal de conseguir el mayor número de votos y llegar a la Moncloa. Más de lo mismo, vaya.
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